Economía de la Seguridad: ¿Cuánto cuesta vivir seguro en Argentina?

¿Te has preguntado alguna vez cuánto cuesta vivir seguro en Argentina? Vivimos en un país en el que la inseguridad es uno de los factores que más preocupa a los ciudadanos, pero ¿Cuál es el costo real que se debe asumir para mantener la seguridad del hogar, los bienes y la familia?

En nuestro país, la pobreza y la indigencia son algunos de los factores que aumentan la inseguridad, y el último informe del Indec muestra que el 39,2% de los argentinos son pobres y el 8,1% son indigentes. Esto significa que la posibilidad de delinquir se convierte en una opción latente para sobrevivir, ya que sin educación, ambiente familiar para la enseñanza, salud y trabajo, las oportunidades de insertarse en la sociedad a través del trabajo y obtener un salario digno para cubrir sus necesidades básicas son limitadas.

Según un informe de la Dirección Nacional de Estadística Criminal, la tasa de homicidios dolosos en Argentina son de 4,6 cada 100.000 habitantes; sin embargo, al observar esta información por provincias, podemos ver que Santa Fe tiene una tasa de homicidios récord de 10,1 cada 100.000 habitantes. Siguen Formosa (7,2), Neuquén (6,5) y Tucumán (6,1). En el último informe anual sobre homicidios de Santa Fe, se explica que en el último año hubo 287 homicidios, lo que representa un aumento del 12% en comparación con 2014.

La macroeconomía sobre la inseguridad impacta en la microeconomía familiar. En un entorno de mayor riesgo de delito e inseguridad, se incrementará la partida del presupuesto familiar en la prevención y cuidado de la seguridad de su hogar, bienes y familia. Es decir, los ciudadanos viven encerrados en sus casas con un costo mensual de seguridad privada de unos 71.190 pesos.

De acuerdo al Instituto Asegurador Mercantil, hay varios ítems que se pueden tener en cuenta al momento de evaluar costos mensuales. Estos van desde el seguro de un auto por $13.000; uno combinado familiar (incendio, robo, seguro técnico) por $2.500; alarma particular, $3.500; alarma vecinal, $4.930; herrerías para ventanas ($70.000 en cuotas), $5.830; cerco de seguridad eléctrico ($100.000 en cuotas), $8.330; para luego ir hacia opciones más elevadas como el pago de $15.000 para una garita de seguridad (costo distribuido entre el total de vecinos) y $16.600 en puertas de seguridad blindada (costo total de $200.000 que se paga mensualmente).

Es decir, la Industria de la Seguridad Privada crece al ritmo del retiro y fracaso de la seguridad pública. Los productos y servicios generados por esta industria van desde alarmas anti-incendio o anti-robo, cerraduras o cajas fuertes a servicios de coche blindado, equipos de vigilancia y vallas de seguridad, pasando por el control de acceso electrónico, la biometría, la vigilancia electrónica de artículos y el asesoramiento en materia de seguridad.

Un fenómeno novedoso es que en las grandes urbes hay más guardias privados que policías de la seguridad nacional, provincial o municipal. A su vez, los costos de la seguridad privada serán desiguales por barrios. Donde hay seguridad privada, movilizan el delito hacia zonas donde no está la seguridad pública ni la privada. La privada no hace desaparecer el delito, lo previene. La pública ni siquiera lo puede contener por falta de procesamiento de datos, mezquindades entre jurisdicciones, distribución de la fuerza y asignación presupuestaria.

La asignación presupuestaría pública está mal asignada y la privada sobreimpuesta con tributos a pagar más gastos privados a asumir para prevenir o reducir el riesgo de aquellos daños producidos deliberadamente contra la vida o la propiedad.

En un mundo donde los delincuentes son cada vez más astutos y utilizan tecnología para cometer delitos, se torna necesario el cuidado y protección no sólo de los bienes materiales sino también de los datos personales. Vivimos en el mundo de big data, blockchain, inteligencia artificial, robots y drones que empiezan a formar parte de la estructura de inteligencia del delito. Mientras el delito está en la transición hacia la seguridad 2.0 también las empresas y hogares deben contratar servicios que cuiden y protejan sus datos, valores y bienes de posibles engaños y estafas.

En conclusión, la seguridad es una necesidad básica en nuestra sociedad, y los ciudadanos se encuentran ante la difícil tarea de tener que asumir altos costos para garantizarla. Mientras los índices de delitos sigan siendo altos y la inseguridad se mantenga latente, la industria de la seguridad privada seguirá creciendo y expandiéndose.

Fuente: Infobae

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